sábado, 12 de mayo de 2012

Un vals fúnebre en Chicago


Poema recitado en la Casa del Estudiante de Zaragoza el viernes 11 de mayo. El poema es un homenaje a los mártires de Chicago, ocho obreros que fueron condenados en 1886 tras un juicio oprobioso por reivindicar la jornada laboral de ocho horas en dicha ciudad. De estos ocho obreros, tres fueron condenados a cadena perpetua, y cinco condenados a muerte, aunque uno de ellos se suicidó antes de ser ahorcado. El poema recoge el momento en que los otros trabajadores se dirigían al cadalso. Hoy día en gran parte del mundo se les rinde homenaje con la celebración del 1º de mayo, día del trabajador.


Un vals fúnebre en Chicago.

Salieron de prisión hasta el cadalso
bajo palabras vagas de sentencia,
dogales en los cuellos tras el mayo,
capuchas que atildaban la tristeza.

Allá en la concurrencia las devotas
miraron inyectadas de tinieblas
¡rieron!; acompañantes como pocas
¡gimieron!..., mas la muerte fue con ellas.

La justicia, siguiendo el reglamento,
la fiesta decoró con candilejas,
el verdugo instaló duros asientos
y el coro interpretó la marsellesa.

Cuatro hombres lívidos pidieron nicho,
cuatro ¡zas! comenzó a tocar la orquesta,
y la danza en vaivén sonambulino
asombró por gentiles ligerezas.

Al fondo de la plebe abigarrada
observó sorprendida una pequeña,
farfulló la canción que en la mañana
comenzara a cantar en su rayuela:

«La horca es un vals barato,
pide etiqueta
de trapo,
zapatos
hondos de suela,
chalina hecha de esparto».

Escriben los cronistas que recuerdan:
"Salieron de prisión hasta el cadalso...".